De izquierda a derecha: yo, Mila y Nadja
Hace hoy tres meses de ese fin de semana y la depresión post-China aprieta, así que os hablaré un poco de Mila:
Mila es la chica que llegó días después que yo a las clases allá por octubre. Me sustituyó en el puesto de "la nueva" y su sonrisa pronto me hizo presagiar una bella amistad con ella.
En efecto, desde su primer día hasta el día en que abandonamos Kunming (las dos el mismo día, como tenía que ser) no nos separamos. Éramos uña y carne. Las pocas veces que se nos veía a la una sin la otra, la pregunta no se hacía esperar: ¿dónde has dejado a Mila/Rachel?
Mila y yo con el niño huérfano fiestero
Al principio hacíamos el esfuerzo y hablábamos en chino, pero con el paso de los meses nos fuimos volviendo vagas y pasamos a inglés, a menos que hubiese chinos delante. Y así hasta ahora.
Nos gustaba ir a una pizzería italiana en Wenlin Jie, la calle de los extranjeros, todos los domingos cuando salía de trabajar y me pagaban (si no me pagaban a tiempo, no íbamos. Cosas de ser pobre).
También nos gustaba salir a explorar la ciudad. Ella era mi GPS. Tiene un sentido de la orientación bestial, a diferencia del mío.
En una de nuestras escapadas con la mujer de mi amigo chino y James a lo suyo
Haciendo el mongolo, que no el mongol
Cuando salíamos lo pasábamos genial. No nos hacía falta nadie más. Con nuestro "Hey, we have a bet..." hacíamos amigos rápidamente. Especialmente en The Hump, pues había un gran flujo de viajeros al ser pub-hostal.
Sin ella China no hubiese sido ni de lejos lo que ha sido para mí. Es la persona a quien más echo de menos y espero verla muy pronto :)
我好想你,米拉!
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